1.00 DIOS HABLA A LA FAMILIA HUMANA

El Dios Viviente

1.01 Creemos en el único Dios verdadero y viviente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, quien es santo amor, eterno, de ser inmutable, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.

(Dt. 6:4-5, 32:3-4; 1 Cr. 29:10-12; Sal. 33:4-5, 89:5-18, 99, 102:25-27, 103, 111, 145:8-21; Is. 6:1-3; Mal. 3:6; Jn. 3:16; 1 Co. 8:4-6; 1 Ti. 2:56; 1 Jn. 4:7-10; Ap. 1:8, 15:3-4)

1.02 El único Dios viviente, quien es Padre, Hijo y Espíritu Santo – la Santa Trinidad – habla por medio de las Sagradas Escrituras, los hechos naturales e históricos, los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores, los maestros, pero de formá única por Jesucristo, la Palabra encarnada.

(Ex. 3:1-6; Sal. 19:1-6; Mt. 28:18-20; Jn. 1:1-18, 3:16-17; Hch. 7; Ro. 1:18-20; 1 Co. 1:30-31; 2 Co. 13:14; Ef. 4:11-13; Fil. 2:5-11; Col. 1:13-20, 2:8-10; 2 Ti. 3:14-17; He. 1, 2, 5:5-10; 2 P. 1:19-21)

1.03 Por palabras y hechos Dios invita a las personas a una relación de pacto. Dios promete ser fiel al pacto y hacer suyos todos los que creen. Todos los que responden a la invitación de Dios con confiancia y compromiso encuentran segura la promesa y se regocijan en ser miembros del pueblo de Dios, que es la comunidad del pacto.

(Gn. 9:8-17, 17; Dt. 7:9; Sal. 36:5, 89:1-5; Jer. 31:31-34; 1 Co. 1:4-9; 2 Co. 3:14-18; He. 8, 9:11-28, 10:19-25)

Las Sagradas Escrituras

1.04 Las palabras y hechos de Dios en la creación, providencia, juicio y redención son atestiguados por la comunidad del pacto en las escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento.

(Gn. 1-3, 6-8, 11:1-9, 19:1-29, 37, 39-50; Ex. 1:19; 1 R. 17:1-6, 19:4-8; 2 R. 22; Is. 53, 55; Am. 2; Hch. 7; Ro. 4; Ga. 3:6-14; Ef. 1:3-14)

1.05 Dios inspiró a personas de la comunidad del pacto para escribir las Sagradas Escrituras. Dios habla en y por estas Escrituras de la creación, el pecado, el juicio, la salvación, la iglesia y la edificación de los creyentes. Las Sagradas Escrituras son la guía infalible para la fe y la conducta, la regla de autoridad para la vida cristiana.

(Gn. 1-3; Ex. 24:3-4; Dt. 31:9-13; Jos. 8:30-35; Jn. 3:16-17, 20:30-31; Hch. 1:16; 1 Co. 2:11-13; Ef. 4:11-16; 2 Ti. 3:14-17; 2 P 1:19-20, 3:18)

1.06 La Palabra de Dios hablada en y por las Sagradas Escrituras debe ser comprendida a la luz del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La autoridad de las Sagradas Escrituras se basa en la verdad contenida en ellas y la voz de Dios que habla a través de ellas.

(Sal. 119:142, 151-152; Mt. 5:21-48, 17:4-8; Jn. 16:12-15, 17:7-8; He. 1; 1 Jn. 5:9)

1.07 Para comprender la Palabra de Dios hablada en y por las Escrituras, las personas deben tener la iluminación del Espíritu de Dios. Además, deberían estudiar las escrituras de la Biblia en su transfondo histórico, comparar las Escrituras con las Escrituras, escuchar el testimonio de la iglesia a través de los siglos, y compartir sus conocimientos con otros en la comunidad del pacto.

(Jn. 14:25-27, 16:12-15; Hch. 15-18; 1 Co. 2:9-13)

ANTIGUO TESTAMENTO

Génesis 1 Reyes Eclesiastés Abdías
Exodo 2 Reyes Cantares Jonás
Levítico 1 Crónicas Isaías Miqueas
Números 2 Crónicas Jeremías Nahum
Deuteronomio Esdras Lamentaciones Habacuc
Josué Nehemías Ezequiel Sofonías
Jueces Ester Daniel Hageo
Rut Job Oseas Zacarías
1 Samuel Salmos Joel Malaquías
2 Samuel Proverbios Amós

NUEVO TESTAMENTO

Mateo 2 Corintios 1 Timoteo 2 Pedro
Marcos Gálatas 2 Timoteo 1 Juan
Lucas Efesios Tito 2 Juan
Juan Filipenses Filemón 3 Juan
Hechos Colosenses Hebreos Judas
Romanos 1 Tesalonicenses Santiago Apocalipsis
1 Corintios 2 Tesalonicenses 1 Pedro

La Voluntad de Dios

1.08 La voluntad de…
[10:10 a. m., 31/5/2023] Pastora ESpaña: CONFESION DE FE
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

1.00 DIOS HABLA A LA FAMILIA HUMANA

El Dios Viviente

1.01 Creemos en el único Dios verdadero y viviente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, quien es santo amor, eterno, de ser inmutable, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.

(Dt. 6:4-5, 32:3-4; 1 Cr. 29:10-12; Sal. 33:4-5, 89:5-18, 99, 102:25-27, 103, 111, 145:8-21; Is. 6:1-3; Mal. 3:6; Jn. 3:16; 1 Co. 8:4-6; 1 Ti. 2:56; 1 Jn. 4:7-10; Ap. 1:8, 15:3-4)

1.02 El único Dios viviente, quien es Padre, Hijo y Espíritu Santo – la Santa Trinidad – habla por medio de las Sagradas Escrituras, los hechos naturales e históricos, los apóstoles, los profetas, los evangelistas, los pastores, los maestros, pero de formá única por Jesucristo, la Palabra encarnada.

(Ex. 3:1-6; Sal. 19:1-6; Mt. 28:18-20; Jn. 1:1-18, 3:16-17; Hch. 7; Ro. 1:18-20; 1 Co. 1:30-31; 2 Co. 13:14; Ef. 4:11-13; Fil. 2:5-11; Col. 1:13-20, 2:8-10; 2 Ti. 3:14-17; He. 1, 2, 5:5-10; 2 P. 1:19-21)

1.03 Por palabras y hechos Dios invita a las personas a una relación de pacto. Dios promete ser fiel al pacto y hacer suyos todos los que creen. Todos los que responden a la invitación de Dios con confiancia y compromiso encuentran segura la promesa y se regocijan en ser miembros del pueblo de Dios, que es la comunidad del pacto.

(Gn. 9:8-17, 17; Dt. 7:9; Sal. 36:5, 89:1-5; Jer. 31:31-34; 1 Co. 1:4-9; 2 Co. 3:14-18; He. 8, 9:11-28, 10:19-25)

Las Sagradas Escrituras

1.04 Las palabras y hechos de Dios en la creación, providencia, juicio y redención son atestiguados por la comunidad del pacto en las escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento.

(Gn. 1-3, 6-8, 11:1-9, 19:1-29, 37, 39-50; Ex. 1:19; 1 R. 17:1-6, 19:4-8; 2 R. 22; Is. 53, 55; Am. 2; Hch. 7; Ro. 4; Ga. 3:6-14; Ef. 1:3-14)

1.05 Dios inspiró a personas de la comunidad del pacto para escribir las Sagradas Escrituras. Dios habla en y por estas Escrituras de la creación, el pecado, el juicio, la salvación, la iglesia y la edificación de los creyentes. Las Sagradas Escrituras son la guía infalible para la fe y la conducta, la regla de autoridad para la vida cristiana.

(Gn. 1-3; Ex. 24:3-4; Dt. 31:9-13; Jos. 8:30-35; Jn. 3:16-17, 20:30-31; Hch. 1:16; 1 Co. 2:11-13; Ef. 4:11-16; 2 Ti. 3:14-17; 2 P 1:19-20, 3:18)

1.06 La Palabra de Dios hablada en y por las Sagradas Escrituras debe ser comprendida a la luz del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. La autoridad de las Sagradas Escrituras se basa en la verdad contenida en ellas y la voz de Dios que habla a través de ellas.

(Sal. 119:142, 151-152; Mt. 5:21-48, 17:4-8; Jn. 16:12-15, 17:7-8; He. 1; 1 Jn. 5:9)

1.07 Para comprender la Palabra de Dios hablada en y por las Escrituras, las personas deben tener la iluminación del Espíritu de Dios. Además, deberían estudiar las escrituras de la Biblia en su transfondo histórico, comparar las Escrituras con las Escrituras, escuchar el testimonio de la iglesia a través de los siglos, y compartir sus conocimientos con otros en la comunidad del pacto.

(Jn. 14:25-27, 16:12-15; Hch. 15-18; 1 Co. 2:9-13)

ANTIGUO TESTAMENTO

Génesis 1 Reyes Eclesiastés Abdías
Exodo 2 Reyes Cantares Jonás
Levítico 1 Crónicas Isaías Miqueas
Números 2 Crónicas Jeremías Nahum
Deuteronomio Esdras Lamentaciones Habacuc
Josué Nehemías Ezequiel Sofonías
Jueces Ester Daniel Hageo
Rut Job Oseas Zacarías
1 Samuel Salmos Joel Malaquías
2 Samuel Proverbios Amós

NUEVO TESTAMENTO

Mateo 2 Corintios 1 Timoteo 2 Pedro
Marcos Gálatas 2 Timoteo 1 Juan
Lucas Efesios Tito 2 Juan
Juan Filipenses Filemón 3 Juan
Hechos Colosenses Hebreos Judas
Romanos 1 Tesalonicenses Santiago Apocalipsis
1 Corintios 2 Tesalonicenses 1 Pedro

La Voluntad de Dios

1.08 La voluntad de Dios para las personas y para toda la creación es siempre sabia y buena. Aunque la voluntad de Dios es revelada en las Escrituras y en los hechos de la naturaleza, se hace conocer supremamente en la persona de Jesucristo, quien cumplió la voluntad divina hasta la muerte.

(Dt. 18:15-19; Sal. 33:4-5, 34:8; Mt. 26:36-46; Jn. 5:30-47, 10:11-18; Ro. 1:18-23, 2:4; Ef. 1:3-14, 3:1-12; He. 5:7-10)

1.09 La voluntad de Dios es revelada de manera suficiente para que las personas respondan en adoración, amor y servicio, pero aun así deben guardar en reverencia y admiración el misterio de los caminos divinos.

(Is. 40:12-18, 45:9-11; Ro 1:18-23, 2:12-16, 11:33-36)

La Creación

1.10 Dios es el creador de todo lo conocido y desconocido. Toda la creación revela la gloria, el poder, la sabiduría, la belleza, la bondad y el amor de Dios.

(Gn. 1-2; Ex. 20:11; Neh. 9:6; Sal. 19:1-6, 24:1-2, 95:3-7, 104; Jn. 1:1-3; Hch. 14:14-17)

1.11 Entre todas las formas de vida, sólo los seres humanos son creados según la imagen de Dios. Ante los ojos de Dios, varón y hembra son creados iguales y complementarios. Reflejar la imagen divina significa adorar, amar y servir a Dios.

(Gn. 1:26-27, 2:7, 5:1-2; Job 33:4; Sal. 8:3-8, 100:3; Gá. 3:27-28)

1.12 El mundo natural es de Dios. Sus recursos, hermosura y orden son dados en confianza a todos los pueblos para cuidarlos, conservarlos, gozarlos y usarlos para el bien de todos para la gloria de Dios.

(Gn. 1:26; Sal. 24:1, 50:10-11; Hag. 2:8; 1 Co. 4:7)

La Providencia

1.13 Dios ejerce un cuidado providencial sobre todas las criaturas, pueblos, naciones y cosas. La manera por la cual se provee este cuidado se revela en las Escrituras.

(Gn. 4, 6-9, 12-22, 27-33, 35, 37, 39-50; Ex. 1-20, 33; Job 38-41; Sal. 23, 27, 34, 37, 90-91, 105, 107, 121; Is. 25:1-5, 40-45; Mt. 5:45, 6:25-34, 7:7-12, 10:29-31; Ro. 8:28-39; 2 Ti. 1:11-12, 4:14-18; 1 P. 5:6-11)

1.14 Ordinariamente Dios ejerce su providencia a través de los hechos de la naturaleza y la historia, utilizando como instrumentos a las personas, las leyes y las Escrituras; sin embargo, conserva la libertad de obrar con ellos y sobre ellos. Toda la creación queda abierta a la actividad directa de Dios.

(Ex. 9:13-16; Jos. 1:5-9; Sal. 135:5-7; Jer. 1:4-10; Mt. 19:26; Lc. 3:8; Hch. 22:12-15, 27:22-25; Ro. 4:18-21)

1.15 El propósito de la providencia divina es que toda la creación sea liberada de su esclavitud al pecado y a la muerte, y que sea renovada en Jesucristo.

(Ro. 8:18-23; Ef. 1:9-10; Col. 1:17-20)

1.16 Dios nunca deja ni abandona a su gente. Todos los que confían en Dios encuentran esta verdad confirmada en el conocimiento de su amor, que incluye el juicio al pecado y que conduce al arrepentimiento y a una mayor dependencia de la gracia divina. Todos los que no confían en Dios están sin embargo bajo la mismo providencia, aun cuando la ignoran o la rechazan. Es diseñada para conducirlos al arrepentimiento y a confiar en la gracia divina.

(Sal. 94:14-19, 139:7-12; Pr. 15:3; Jer. 23:23-24; Ro. 2:1-16; 2 Co. 12:7-10)

1.17 La providencia de Dios abarca todo el mundo pero se manifiesta de manera especial en la creación de la iglesia, que es la comunidad del pacto. Por su disciplina paciente Dios guía a su pueblo escogido en su misión de testimonio y servicio en el mundo.

(Mal. 3:16-18; Mt. 16:18; Hch.. 20:28; Ro. 8:28-39; Ef. 5:26-27)

1.18 La providencia de Dios se revela suficientemente para ser conocida y experimentada pero, al mismo tiempo, participa del misterio divino y es motivo de asombro, alabanza y acción de gracias. Así que aun en la enfermedad, el dolor, la aflicción, la tragedia, el trastorno social o el desastre natural, la gente puede estar segura de la presencia de Dios y puede descubrir la suficiencia de su gracia.

(Job 11:7-10; Is. 40:28-31, 55:8-9; Ro. 11:33-36; 2 Co. 12:7-10)

La Ley de Dios

1.19 Dios da la ley moral para gobernar las relaciones y acciones humanas. Es el principio constitutivo de la justicia tejida en la fábrica del universo y es obligatoria para todos.

(Ex. 20-23; Lv. 19:18; Dt. 6:49; Sal. 19:7-11; Mi. 6:6-8; Mt. 22:34-40; Ro. 2:12-16, 12:9-10; Ga. 6:7-10; 1 Ti. 1:8-11)

1.20 La ley moral es un don de la gracia de Dios. Aunque consta de los principios básicos de la justicia revelados en las Escrituras y sostenidos por Dios, no describe completamente el patrón de los hechos de Dios hacia la gente. El juicio de Dios, en el cual la ley moral se sostiene, es a la vez una expresión del amor redentivo.

(Ex. 31:18; Sal. 40:8, 103:8-14; Je. 31:33; Ro. 2:14-16)

1.21 La ley moral se cumple en el evangelio. Por lo tanto, el comportamiento de los cristianos en las relaciones humanas debe reflejar el ejemplo del comportamiento de Dios hacia ellos en el cual el amor y la justicia son entretejidos.

(Mt. 5:17-19, 12:1-8; Ro. 3:21-31, 12:9-13, 13:8-10; Ga. 3:21-26; He. 8:8-13)

1.22 El propósito de la ley moral es crear en la vida humana integridad o sanidad espiritual, mental, física y social. Por lo tanto, es la intención de la ley moral que las fuerzas de la personalidad humana que crean la integridad de la vida en todos los aspectos sean usadas para lograr esta integridad.

(Lc. 10:25-28)

2.00 LA FAMILIA HUMANA ROMPE RELACIONES CON DIOS

La Libertad Humana

2.01 Al crear los seres humanos, Dios les da la capacidad y la libertad para responder a la gracia divina en obediencia y amor. Por lo tanto, cualquiera que lo desee puede ser salvo.

(Gn. 1:26-31; Dt. 30:19-20; Is. 55:1-3; Ro. 10:8-13; Ap 22:17)

2.02 A causa de su naturaleza dada por Dios, las personas son responsables por sus decisiones y hechos hacia Dios, hacía los demás y hacia el mundo.

(Gn. 3:1-7; Jos. 24:14-15; Jer. 31:29-30; Ez. 18:1-4, 26-28; Ro. 1:18-32)

El Abuso de la Libertad

2.03 Al rechazar su dependencia en Dios y en una desobediencia voluntaria, los primeros padres rompieron la comunión con Dios para la cual habían sido creados. En todos los aspectos de su ser se inclinaron hacia el pecado.

(Gn. 3:1-13, 6:5)

2.04 Al igual que hicieron Adán y Eva, todas las personas se rebelan contra Dios, pierden su relación recta con Dios y llegan a ser esclavas del pecado y de la muerte. Esta condición es la fuente de todas las actitudes y hechos pecaminosos.

(Gn. 6:5; Sal. 58:3-5, 106:6; Pr. 5:22-23; Is. 59:1-15; Jer. 17:9; Mi. 7:2-4; Jn. 8:34; Ro. 3:9-19, 5:12-14, 6:16, 7:14-20; 2 Ti. 2:24-26; 2 Pe 2:17-19)

2.05 Al pecar voluntariamente, toda persona se hace culpable ante Dios y está bajo la ira y el juicio divinos si no son salvos por la gracia de Dios a través de Jesucristo.

(Jn. 3:18-19, 36; Ro. 1:18-23, 2:1-9; 3:9-19; Ga. 6:7-8; Ef. 5:5-6)

2.06 La enajenación de personas de Dios afecta el resto de la creación de tal manera que toda la creación necesita la redención divina.

(Gn. 3:17-18; Ro. 8:18-23; Ef. 1:9-10; Col. 1:19-20)

3.00 DIOS OBRA A TRAVES DE JESUCRISTO PARA RECONCILIAR AL MUNDO

El Pacto de Dios

3.01 Dios obra para sanar el quebranto y la enajenación causados por el pecado y para restaurar la familia humana a la comunidad por medio de la reconciliación lograda en Jesucristo.

(Jn. 3:16, 10:7-18, 17:20-23; 2 Co. 5:17-21; Ef. 1:3-10, 2:11-22; Col 1:15-22)

3.02 Dios obra para restaurar a las personas pecaminosas a una relación de pacto. La naturaleza de de esta relación es de una familia. El pacto es establecido por Dios y por la respuesta humana de fe.

(Gn. 17:1-7; Ex. 19:3-6, 24:3-8, 34:6-10; Is 64:8-9; Jer. 31:31-34; Ro. 4:13-25, 8:14-17; Ga. 3:6-9, 26, 4:4-7; He. 11:8-12)

3.03 El pacto de Dios es una relación de gracia. Este pacto aparece en las Escrituras en diversas formas y manifestaciones, pero siempre es un pacto de gracia. El nuevo pacto en Jesucristo es la última y suprema expresión de este pacto.

(Gn. 3:15; Sal. 105:7-10, 111:2-9; Mt. 26:26-29; 2 Co. 3:12-18; Ga. 3:13-18, 21-22; He. 8:6-13, 9:11-15, 23-28, 10:1-18)

3.04 Jesucristo, el verbo eterno encarnado, es siempre la esencia del único pacto de gracia. Antes de la venida de Cristo el pacto de gracia fue hecho efectivo por promesas, profecías, sacrificios, circuncisión, el cordero pascual, y otros signos y ordenanzas entregados al pueblo de Israel. Fueron suficientes por el ministerio del Espíritu Santo para instruir para su salvación a las personas en el conocimiento de Dios y para conducirlas a creer en Dios.

(Gn. 3:15; Mi. 5:2; Jn. 8:56-58, 17:24; 1 Co. 10:1-4; Ef. 1:3-10)

3.05 Después de la venida de Cristo el pacto de gracia se hace efectivo principalmente por la predicación de la Palabra y por la administración de los sacramentos del bautismo y la Santa Cena. En estos, conjunto con otros actos de adoración y de amor al prójimo, el evangelio del pacto de gracia se presenta sencillamente pero con plenitud y poder espiritual.

(Mt. 28:18-20; 1 Co. 1:17-25, 11:23-26; Col. 2:9-15; 2 Ti. 4:1-2)

3.06 Los niños siempre han sido incluídos con sus padres en el pacto de gracia. Antes de la venida de Cristo el signo apropiado y sello del pacto fue la circuncisión. Después de la venida de Cristo el signo y sello es el bautismo.

(Gn. 17:7-14; Hch. 2:39, 16:15, 33; 1 Co. 1:16; Col. 2:11-12)

Cristo el Salvador

3.07 El acto portentoso del amor reconciliatorio de Dios fue efectuado en Jesucristo, el Hijo divino quien se encarnó para ser el medio por el cual los pecados del mundo son perdonados.

(Mt. 1:18-23; Lc. !:26-38, 67-75, 2:8-13; Jn. 1:14-18, 3:16; Ro. 5:6-11, 8:1-4; 2 Co. 5:17-21; Ef. 1:3-10, 2:4-10; Fil. 2:5-11; Col. 1:15-20; 1 P. 1:3-9, 18-21, 2:21-25; 1 Jn. 4:9-10)

3.08 Jesucristo, siendo verdaderamente humano, y verdaderamente divino, fue tentado en todos los aspectos como toda persona lo es; sin embargo, no pecó. Al compartir en pleno la vida humana, Cristo seguía siendo santo, inocente, sin mancha y completamente capacitado para ser el Salvador del mundo, la única esperanza de reconciliación entre Dios y los pecadores.

(Mt. 4:1-11; Jn. 1:1-4, 14, 3:13-19, 36, 17:1-5; Hch. 4:12; Ro. 1:1-6; Col. 2:9-10; 1 Ti. 3:16; He. 2:17-18, 4:15, 7:26-28; 1 P. 2:22-25; 1 Jn. 3:5)

3.09 Por su propia voluntad, Jesucristo sufrió el pecado y la muerte por toda persona. Al tercer día después de su muerte en la cruz, Cristo resucitó de la muerte y apareció a muchos de sus discípulos. Después ascendió a Dios y ahora intercede por todas las personas.

(Is. 53, 61:1-3; Mt. 26:36-46; Jn. 10:11-18; Hch. 1:3; Ro. 4:23-25, 8:31-34; 1 Co. 15:3-8; He. 2:9, 9:24)

3.10 Por el Espíritu Santo las personas pueden darse cuenta de sus pecados y arrepentirse de ellos, creer en Jesucristo como Salvador y seguirlo como Señor. Los creyentes experimentan la presencia y dirección de Cristo que los ayudan a vencer los poderes malignos por métodos conformes con la naturaleza y voluntad de Dios.

(Jn. 16:8-15; Hch. 13:1-3; Ro. 8:26-27; 1 P. 1:3-9)

3.11 La obra de Dios de reconciliación en Jesucristo ocurrió en un tiempo y lugar precisos. Sin embargo, sus beneficios y su poder se extienden a todos los creyentes en todas las épocas desde el principio del mundo. Es comunicada por el Espíritu Santo y por tales instrumentos que Dios se complace en usar.

(Mr. 15:24-37; Jn. 3:5-8, 6:63; Ro. 8:11; 1 Co. 10:1-4, 12:4-11; 2 Co. 3:4-6; Gá. 3:8; Tit. 3:4-7)

4.00 DIOS OBRA TRAVES DEL ESPIRITU

El Llamado y Obra del Espiritu Santo

4.01 Dios obró para redimir en Jesucristo a causa de los pecados del mundo y continúa obrando con el mismo deseo por medio del Espíritu Santo para llamar a toda persona al arrepentimiento y fe.

(Jn. 16:7-11; Hch. 7:51; Ro. 3:23-26; 1 Co. 15:3-4; 1 Jn. 2:1-2; Ap. 22:17)

4.02 El Espíritu Santo obra por medio de las Escrituras, los sacramentos, la adoración pública de la comunidad del pacto, el testimonio de los creyentes en palabras y hechos, y de maneras fuera del entendimiento humano. El Espíritu se mueve en los corazones de los pecadores para convencerlos de sus pecados y su necesidad de salvación, e inclinarlos al arrepentimiento y fe en Dios.

(Jn. 16:7-11; Hch. 8:29-39, 13:1-3)

4.03 El llamado y obra del Espíritu Santo es sólo por la gracia de Dios, y no es una respuesta al mérito humano. El llamado antecede todo deseo, propósito e intención del pecador de venir a Cristo. Aunque es posible que todos sean salvos con él, no es posible que ninguno sea salvo sin él. Por lo tanto, cualquiera que desee puede ser salvo, pero no lo puede ser sin la influencia iluminadora del Espíritu Santo.

(1 Co. 2:14; Ef. 2:1-10; Tit. 3:4, 5; Ap. 22:17)

4.04 Las personas pueden resistir y rechazar este llamado del Espíritu Santo, pero para todos los que responden con un arrepentimiento sincero, recibiendo con confianza el amor de Dios en Cirsto, hay salvación y vida.

(Is. 63:10; Jn. 3:14-15, 36, 5:24; Hch. 5:3-4, 7:51; Ro. 10:8-13)

El Arrepentimiento y la Confesión

4.05 El arrepentimiento es la actitud hacia Dios en la cual los pecadores resuelven con firmeza abondonar el pecado, confiar en Cristo, y vivir en obediencia y gratitud a Dios.

(Mr. 14:72; Lc. 15:18-20, 19:8-10)

4.06 Las personas no merecen la salvación por su arrepentimiento o por cualquier otra actividad humana. Sin embargo, el arrepentimiento es necesario para recibir la gracia salvadora y el perdón de Dios en Cristo.

(Sal. 34:18, 51:17; Ez. 18:21, 30-32; Jl. 2:12-13; Mt. 3:2; Lc. 13:2-5, 17:10; Hch. 3:19, 17:30-31; Ef. 2:8-9; Tit. 3:3-7)

4.07 Al responder a la iniciativa de Dios para restaurar las relaciones, las personas hacen confesión honesta de sus pecados contra Dios, sus hermanos y toda la creación, y reparan el pasado según lo que pueden.

(Sal. 32:5, 51:3-17; Lc. 15:18-20, 19:8-10; Ef. 4:25-31)

La Fe Salvadora

4.08 La fe que salva es una respuesta a Dios motivada por el Espíritu Santo en la cual las personas se aferran solamente a la gracia de Dios en Jesucristo para su salvación. Dicha fe incluye confianza en la verdad de las promesas de Dios en las Escrituras, remordimiento por los pecados y determinación de servir a Dios y al prójimo.

(Jn. 6:28-29; Ro. 10:17)

4.09 Las personas no merecen la salvación por su fe, ni es la fe una buena obra. La fe es un don de Dios hecho posible por su amor e iniciativa. Sin embargo, Dios exige una respuesta de fe de todos los que reciben la salvación y reconciliación.

(Jn. 3:14-18, 36; Hch. 16:19-31; Ro. 4:16; Ga. 3:21-22; Ef. 1:13-14; Fil. 3:8-9)

4.10 Cuando las personas se arrepienten del pecado y en fe abrazan la salvación de Dios, reciben el perdón de sus pecados y son recibidos como hijos de Dios.

(Jn. 1:11-13, 5:24, 6:28-29, 40; Ro. 1:16-17, 10:8-13; 1 Jn. 5:12)

4.11 En la vida de fe, los creyentes están tentados y sufren muchas luchas, pero la promesa de una victoria final a través de Cristo se asegura por la fidelidad de Dios. Tanto las Escrituras como las experiencias del pueblo del pacto a través de los siglos dan testimonio de esta promesa.

(Lc. 22:31-32; Jn. 16:33; Ro. 3:3-4, 4:19-21, 8:28-39; 1 Co. 1:4-9, 10:13; 1 Ts. 5:23-24; 2 Ts. 3:3-5; 1 Ti. 2:11-13; He. 11, 12; 1 Jn. 5:4-5)

La Justificación

4.12 La justificación es el acto de Dios de aceptación amorosa de personas creyentes por medio del cual son reconciliadas a Dios por la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Cuando confían en Cristo, quien es su justicia, con arrepentimiento y fe, Dios les da paz y restaura su relación con El.

(Gn. 15:6; Sal. 32:1-2, 103:8-13, 130:3-8; Lc. 18:9-14; Hch. 13:38-39; Ro. 3:19-31, 4, 5:1-2; 1 Co. 1:30-31; Fil. 3:7-11; 1 P. 1:8-9)

4.13 En esta relación Dios sigue perdonando el pecado. Aunque los creyentes a veces interrumpen su paz con Dios por el pecado y así experimentan la separación de Dios, aún tienen la seguridad que es por la gracia de Dios que son aceptados y la relación sostenida. Sólo por el crecimiento en gracia puede el creyente experimentar la plenitud de la relación con Dios.

(Sal. 32:1-2, 103:8-14, 17-18; Jr. 31:34; Jn. 10:27-30; Ro. 8:1-4; He. 13:5-6; 2 P. 1:3-11)

4.14 Los que son reconciliados con Dios por Jesucristo continúan dándose cuenta de su naturaleza pecaminosa. Continúan experimentando en sí mismo el conflicto entre su viejo y nuevo ser, entre lo bueno y lo malo, entre su propia voluntad y la voluntad de Dios, entre la vida y la muerte.

(Ro. 7:7-25, 8:5-8, 12-13; Ga. 5:16-17; 1 Jn. 1:5-10, 2:15-17)

La Regeneración y la Adopción

4.15 La regeneración es la renovación de los creyentes por Dios y existe sólo por la gracia de El. Los que creen en Jesucristo son creados de nuevo, o renacidos, renovados en espíritu y hechos personas nuevas en Cristo.

(Ez. 36:25-27; Jn. 1:11-13; 2 Co. 5:16-21; Ef. 2:4-10; Tit. 3:3-7; 1 P. 1:23-25)

4.16 La regeneración es necesaria porque todas las personas que están separadas de Cristo están muertas espiritualmente e incapaces por sí mismas de amar y glorificar a Dios.

(Sal. 14:1-3; Mt. 15:18-20; Jn. 3:3-8; Ro. 8:6-7; Gá. 6:15; Ef. 2:1-3)

4.17 La regeneración se efectúa por el Espíritu Santo manifestando la verdad de Cristo a los pecadores, motivándolos a arrepentirse y a creer en Dios a la luz de esa verdad, y a recibir la gracia salvadora y el perdón dados por Cristo.

(Jn. 1:12-13, 3:3-8, 14:25-26, 16:13-15; Tit. 3:4-6)

4.18 Cuando los creyentes están capacitados por la influencia iluminadora del Espíritu Santo, pueden amar y glorificar a Dios y amar y servir al prójimo.

(1 Co. 12:3; Gá. 5:22-24; 1 P. 1:22-25, 4:8-11)

4.19 Toda persona que muere en la infancia y todos aquellos que nunca tuvieron la capacidad de responder a Cristo son regenerados y salvos por la gracia de Dios.

(Lc. 18:15-16; Jn. 3:3; Hch. 2:38-39)

4.20 La adopción es el acto de Dios de incluir en la familia del pacto a todos los que son regenerados y hechos nuevas personas en Cristo. Este acto asegura comunidad con Dios y con los hermanos en Cristo tanto ahora como en la redención plena de la familia de Dios.

(Ro. 8:14-17; Gá. 4:3-7; Ef. 1:5-6)

La Santificación y el Crecimiento en Gracia

4.21 La santificación es la obra de Dios que aparta a los creyentes como siervos en el mundo.

(Sal. 4:3; Ro. 6:6-14, 20-22; 1 Co. 6:9-11; 2 Co. 6:14-18, 7:1; Ef. 4:17-24, 5:25-27; 1 Ts. 5:23-24; 2 Ts. 2:13-14; He. 9:13-14; 1P. 1:1-2)

4.22 Mientras los creyentes continúen participando en el pacto de gracia de Dios, vivan en la comunidad del pacto, y sirvan a Dios en el mundo, pueden crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo como Señor. Los creyentes nunca logran la perfección libre del pecado en esta vida, pero por el ministerio del Espíritu Santo pueden ser conformados progresivamente a la imagen de Jesucristo creciendo así en la fe, la esperanza, el amor y los otros dones del Espíritu.

(Sal. 14:1-3; Ec. 7:20; Ro. 3:23-24; 2 Co. 3:18, 9:10-11; Ef. 3:14-21; Fil. 3:14-21; Col. 3:5-17; 1 Ts. 3:12-13; 2 Ti. 2:20-21; 1 P. 2:2-3; 2 P. 1:3-11)

4.23 La lucha contra el pecado continúa porque los creyentes todavía son imperfectos en cuanto al conocimiento y el poder para hacer la voluntad de Dios. Su libertad de confiar, amar y servir a Dios y al prójimo es comprometida por la desconfianza, el odio y el egoísmo. Esta lucha interior los conduce vez tras vez a depender del poder de Dios que los conforma a la imagen de la nueva persona en Jesucristo.

(Ro. 7:7-25; Gá. 5:16-17; 1 Jn. 2:9-11)

La Preservación de Los Creyentes

4.24 La transformación de los creyentes que empezó con la regeneración y la justificación será culminada. A pesar de que los creyentes pecan y así desagradan a Dios, la relación del pacto es mantenido firme por Dios, quien los preservará para la vida eterna.

(Sal. 37:27-28; Lm. 3:22-24, 31-33; Jn. 5:24, 10:27-29; Ro. 8:38-39; 2 Co. 4:13-18; Fil. 1:6; 2 Ti. 1:11-12)

4.25 La preservación de los creyentes se basa en la naturaleza del pacto de gracia, en el inmutable amor y poder de Dios, en los méritos, apelación e intercesión de Jesucristo, y en la presencia y el ministerio del Espíritu Santo quien renueva la imagen de Dios en los creyentes.

(Sal. 23, 34, 91, 121; Jr. 32:40; Jn. 14:16-17; Ro. 5:10; 2 Co. 5:5; 2 Ti. 2:19; He. 7:23-25; 1 Jn. 2:1-2; Jud. 24-25)

4.26 Como consecuencia de la tentación y de ser negligentes con los medios de gracia, los creyentes pecan, provocan el desagrado de Dios y se privan de algunas gracias y favores prometidos. Pero los creyentes nunca estarán satisfechos hasta confesar sus pecados y ser renovados en su consagración a Dios.

(Sal. 32:3-5, 51:1-12; Is. 59:1-2)

La Seguridad Cristiana